Dr. Guillermo Artero
Cirujano Plástico

Cirugía de Cabeza y Cuello

El cáncer de cabeza y cuello se refiere a una variedad de cánceres que se desarrollan en la región de la cabeza y el cuello, como la boca, la garganta, los senos y la cavidad nasal, la glotis, las glándulas salivares y la piel de la cara y el cuello. El cáncer de cabeza y cuello es el sexto cáncer en términos de frecuencia en todo el mundo. Los signos de advertencia comunes del cáncer de cabeza y cuello son: una hinchazón o bulto en la garganta o el cuello, dolor en la boca o en la garganta que no remite, llagas rojas o blancas en la boca que no se curan, sangrado en la boca o la garganta, cambios en la voz, dolor de oídos, entumecimiento de la lengua, la boca o los labios.

Los factores de riesgo más importantes para padecer cáncer de cabeza y cuello incluyen:

  • Fumar
  • Beber habitualmente cantidades de alcohol por encima de las considerados seguras

Otros factores de riesgo incluyen: la exposición a la luz UV, las infecciones de la cavidad oral, el sexo (el cáncer de cabeza y cuello tiende a ser más común en los varones), la edad (la incidencia aumenta con la edad, viéndose la mayoría de los casos en la banda de los 50 – 70 años), la exposición laboral (como exposición al polvo de madera, el níquel, el petróleo y las radiaciones).

El cáncer de cabeza y cuello detectado precozmente puede tratarse con éxito mediante cirugía o radioterapia y se asocia con una tasa de supervivencia del 80%. Sin embargo, en la mayoría de las personas se diagnostica cuando la enfermedad ya está avanzada o se ha metastatizado (es decir, cuando la enfermedad se ha diseminado desde el sitio original del tumor). El pronóstico de la enfermedad en estadio avanzado es malo y menos del 30% de los pacientes sobreviven durante cinco años.

Hacer frente a este tipo de cáncer puede ser extremadamente difícil. No sólo puede ocurrir que el diagnóstico sea potencialmente mortal, sino que muchos pacientes como resultado de la enfermedad y de su tratamiento, también pueden tener que soportar modificaciones en el aspecto facial y del cuello que pueden llevar a alteraciones del habla, la vista, el olfato, la masticación, la deglución o la percepción del sabor.

El tratamiento del cáncer de cabeza y cuello es multidisciplinario e implica a distintos especialistas, como cirujanos plásticos, otorrinonaringólogos, cirujanos maxilofaciales, neurocirujanos, odontólogos, oncólogos, etc. En el tratamiento quirúrgico es frecuente que el cirujano plástico sea el encargado de la reconstrucción del defecto creado tras la extirpación del tumor.

Parálisis facial

Los defectos resultantes tras la instauración de una parálisis facial pueden resolverse con el tiempo, sobre todo cuando son parálisis provocadas por el frío (a frígore) y en algún tipo de parálisis facial idiopática (parálisis de Bell). Cuando una parálisis facial no se recupera, como ocurre tras la lesión directa del nervio en cualquier punto de su trayecto o en trastornos congénitos como el síndrome de Mobius, quedan una serie de defectos permanentes como son la caída de la ceja, el déficit de cierre ocular con posible eversión del párpado inferior (ectropion) y caída de la lágrima, imposibilidad para sonreír, mordida de la mucosa bucal, alteraciones en el habla y dificultad respiratoria por colapso de ala nasal del lado paralizado. Todos estos trastornos son susceptibles de ser corregidos quirúrgicamente.

El trastorno más importante a corregir en una parálisis facial es la recuperación del cierre ocular para así evitar la exposición corneal y la posibilidad de ceguera. Para conseguir el cierre ocular, según la edad de los pacientes, se utiliza la colocación de pesas de oro en el párpado superior, las suspensiones del párpado inferior mediante una cantoplastia externa o mediante tendones y la transposición del músculo temporal para provocar el cierre activo del párpado.

Si pretendemos corregir sólo la asimetría facial y con ello mejorar el habla, evitar la mordida de la mucosa bucal y la respiración nasal, se utilizan suspensiones faciales mediante tendones procedentes de la pierna para elevar la cara paralizada. Es lo que se denomina reconstrucción estática. Habitualmente se emplean materiales autólogos del paciente.

Si pretendemos rehabilitar la sonrisa, esto es, que el paciente vuelva a sonreír, tenemos que tener en cuenta el tiempo de evolución de la parálisis facial. Una parálisis facial de menos de dos años de evolución mantiene el trofismo de la musculatura facial, por tanto, emplearemos técnicas orientadas a reinervar la propia musculatura. Así, se utilizan trasposiciones nerviosas de otros nervios cercanos como el nervio hipogloso. Así, en estos casos, el movimiento de la cara se obtiene con el movimiento de la lengua. Sin embargo, si queremos un movimiento facial más natural utilizaremos el nervio facial del lado sano por medio de lo que se denomina injerto facial cruzado (las fibras del nervio facial sano son trasportadas al lado paralizado mediante un injerto nervioso). El movimiento que se consigue es más natural cuando se utiliza esta última técnica ya que es el nervio facial el que activa la cara paralizada. Si el tiempo de evolución de la parálisis facial es de más de dos años, la musculatura facial no es susceptible de volver a moverse si ésta es reinervada, por tanto, tenemos que trasplantar a la cara un músculo procedente de otra parte del cuerpo, habitualmente de la pierna (músculo recto interno) o de la espalda (músculo dorsal ancho), por medio de técnicas microquirúrgicas. Para poder activar este músculo trasplantado se utilizan ramas nerviosas procedentes del nervio facial sano cuyas fibras son transportadas al lado paralizado por medio de los injertos faciales cruzados antes mencionados.

Esta reconstrucción dinámica se realiza en dos tiempos quirúrgicos. En un primer tiempo se transporta el impulso nervioso del lado sano al lado paralizado y aproximadamente seis meses después se realiza el trasplante muscular. Últimamente, y dependiendo del tipo de paciente y las circunstancias personales del mismo, se lleva a cabo en un solo momento quirúrgico el trasplante nervioso y muscular extrayendo un nervio donante lo suficientemente largo que alcance el lado sano desde el lado paralizado. Es lo que se denomina técnica en “one stage”. La sonrisa que se consigue con estas técnicas es muy natural e intencional obteniéndose los mejores resultados cuanto más joven es el paciente.

En ocasiones, si la regeneración del nervio tras una parálisis facial ha sido aceptable pero existen movimientos anormales y no sincronizados (sincinesias), éstos pueden corregirse mediante la inyección de toxina botulínica. Existen otras técnicas más históricas que actualmente están en desuso como la rehabilitación de la sonrisa mediante una transposición del músculo temporal.

La utilización e indicación de estas técnicas en la corrección de una cara paralítica deben ser realizadas por un cirujano plástico experimentado y familiarizado con las mismas.

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